sábado, 4 de diciembre de 2010

BARRAS BRAVAS - Un negocio oscuro sobre el tablón

N de R: esta nota fué realizada por Emiliano Grosso y Noelia Micozzi, estudiantes de tercer año de la carrera de Periodismo Deportivo de ETER y la quise compartir en mi blog porque, más allá de estar muy bien escrita, trata sobre un tema central en el proceso de degradación que afecta a nuestra sociedad:  "La violencia como fuente y reaseguro de un sistema social corrupto e individualista desarrollado a partir de nuestro elevadísimo grado de hipocrecía colectiva".



    Las barras en el fútbol argentino cada vez tienen más poder en la sociedad.  Lo que comenzó como un grupo de aliento organizado se convirtió en una empresa que no para de facturar.

    Desde hace muchos años, el fútbol argentino no solamente se caracteriza por lo que es el juego en sí.  La presencia de los hinchas, los colores, las canciones de aliento para su equipo y los cánticos hirientes para el cuadro rival se volvieron tan importantes como el partido mismo.  Pero no todo queda en lo que se denomina "el folclore del fútbol".  En la actualidad, cada equipo cuenta con un grupo de personas que viven de los negocios que giran alrededor de la pelota y se caracterizan por emplear la violencia para conseguir diferentes objetivos.  A estos grupos se los denomina barras bravas.


    La llegada de estos hinchas organizados no es ninguna novedad.  Según el periodista Gustavo Grabia, uno de los más informados en el tema vinculado a las barras, estos grupos surgieron a mediados de la década del 60.  "A fines de los 50 ya existían hinchadas organizadas, pero diez años más tarde empezaron a prepararse para poder vivir de esto", cuenta el periodista.  Lo que sí es una novedad es que, de a poco, los negocios se trasladaron del fútbol a la sociedad.  Los políticos no son ajenos a lo que sucede.  Por ejemplo, en las marchas organizadas por el sindicalista Hugo Moyano participan como guardaespaldas varios miembros de la barra brava de Independiente.


    Los negocios que manejan estos grupos son muy importantes y mueven mucho dinero.  Los denominados "trapitos" (encargados de cuidar los coches) son barras.  Cada vez que hay un partido o un recital en el estadio perteneciente a su club, se encargan de cobrarles a los conductores a pesar de que el lugar donde estacionan es público.  Otro de los negocios que tienen las barras es el de la reventa de entradas.  Según el ex presidente de Vélez, Raúl Gámez: "los dirigentes de los clubes se las facilitan, aunque eso pueda darles mayor poder a este grupo de inadaptados".


    La hinchada de Boca es una de las que más negocios tiene, debido al poder que se le dio. Grabia comenta que "en cada partido que Boca juega como local, los miembros de La 12 (como se denomina a la barra brava) meten al estadio a 200 turistas para que vean el partido con ellos y puedan sacarse fotos con los jugadores.  A cada extranjero se le cobra entre 100 y 300 dólares, según la trascendencia del partido". Otro de los negocios que hacen es con la gente del interior.  Los miembros de La 12 se comprometen a llevar a jugadores del club para cenas shows, en las cuales tiene que haber un mínimo de 500 personas y el cubierto se cobra entre 50 y 60 pesos.  La mitad de esa plata es para los organizadores y la otra mitad del dinero es para la hinchada.  Riquelme, Palermo y Palacio son algunos de los jugadores que estuvieron presentes en estas cenas.


    El poder que lograron las barras es impresionante, al punto de que hasta el actual gobierno se involucra con ellas.  Es por eso que se creó un grupo llamado Hinchadas Unidas Argentinas, en el cual se ayudaba económicamente a los hinchas para que pudiesen viajar al Mundial de Sudáfrica.  A cambio del dinero tenían que mantener la seguridad en los estadios.  En un superclásico, aparecieron dos banderas en contra de Clarín (grupo enfrentado contra el actual gobierno), una del lado de Boca y otra del de River.


    Raúl Gámez dice que "a los clubes no les sirve tener a las barras en el club, pero es muy difícil eliminarlas".  Afirma que la AFA es culpable de que las barras aún existan, ya que nunca presentaron un proyecto para sacarlas, pero también se culpa él, por su pasado como dirigente, ya que ayudaba a los barras en sus negocios, facilitándole entre 300 y 400 entradas por partido.

    Lucho es un barra brava de la primera línea de Vélez y cuenta que los dirigentes les dieron entradas para el recital que Luis Miguel dio en el estadio José Amalfitani, para que ellos pudieran revenderlas.  La cantidad de entradas que les regalaron no es alta, pero el fuerte que tienen es que la dirigencia del club les habilita una puerta para que ellos hagan pasar a quienes quieran y les cobren el dinero que deseen.  "El club nos da estos beneficios a cambio de campañas políticas, cantos a favor de los dirigentes y que los simpatizantes 'comunes' no critiquen ni al equipo ni a la dirigencia".  En caso de que alguien cante en contra de sus intereses, los barras utilizan la violencia para callarlos.  Lucho agrega, además, que el club les da una financiación económica.  En cada partido que Vélez juega como local, se le paga 100 pesos y cuando juega de visitante 150.

    Estos grupos son los que más cantan dentro de la cancha, pero no son los que realmente aman al club. En cuanto el equipo no consigue buenos resultados, los jugadores son "apretados" por estos individuos.  Uno de los casos de apriete más resonantes fue el de Boca, en marzo de este año, cuando los hinchas hicieron bajar a todos los jugadores al estacionamiento del hotel Madero, donde el equipo estaba concentrado, y les pidieron que ganaran, porque si no lo hacían les arruinaban el negocio, ya que a la gente no le gusta ir a la cancha cuando el equipo pierde.  Las principales pérdidas están en la reventa de entradas, turistas que asisten a los partidos, venta de ropa del club ilegítima (la barra brava de Boca tiene varios puestos de ropa trucha en la feria La Salada) y estacionamiento.

    Las internas por el poder de las barras son cada vez más feroces.  El dinero que mueven estos grupos es tan alto que los integrantes de los mismos no tienen problemas en matar si es necesario.  El ex barra brava de River Gonzalo Acro fue asesinado a tiros poco tiempo después de la "batalla de los quinchos", que tuvo lugar en las parrillas del club millonario entre dos facciones que intentaban quedarse con el poder en las tribunas.

    Las barras son un fenómeno que parece imposible de erradicar por los intereses que hay en el medio.  Ni una muerte las puede frenar.  Las dirigencias de los clubes no las sacan, aún cuando corren el riesgo de que una persona ajena a estos grupos pueda resultar herida.  Habrá que esperar a que la AFA se encargue de estos inadaptados, pero por el momento un fútbol sin barras parece ser solo un sueño.

Noelia Micozzi,- Emiliano Grosso
Estudiantes de tercer año de la carrera de Periodismo Deportivo de ETER - Diciembre 2010
http://www.eter.com.ar/notad40.html