viernes, 26 de junio de 2020

Argentina: una de las venas abiertas de América Latina.


Foto BBC Mundo https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-53009680

Dos siglos de historia nos han llevado hasta una condición de vulnerabilidad muy grande frente al mundo desarrollado. Si Argentina crece y se desarrolla como los argentinos deseamos, las potencias, esos países que deciden como se conforma el mundo del siglo XXI, tendrían que acompañarnos aceptando mayores costos de producción y menos trabajo especializado para ellos.  Tal vez, suena muy naif o absurdo, pero es la utopía hacia donde tenemos que dirigirnos para que la Justicia ilumine nuestro destino como Nación… ¿Cómo lo logramos?

En primer lugar, es necesario separar lo que está comprobado que no sirve: fomentar posiciones épicas usando conceptos muy valiosos como Pueblo, Nación, Soberanía, Libertad, Justicia y Derechos Humanos, por ejemplo, hoy, año 2020, es una absoluta pérdida de tiempo. Es una anacrónica y absurda arenga de barricada.

Vivimos en un mundo dominado, vapuleado hasta la obscenidad por la sociedad de consumo global y sus poderosas industrias, principalmente, las del entretenimiento y la farmacológica, donde lo único que importa son los desarrollos tecnológicos para fabricar y vender productos y desarrollar consumidores, muchos...  A la hora del consumo la moda, la inmediatez, la cantidad y el precio son mucho más importantes que la calidad, incluso en rubros como la alimentación misma.

No hay tiempo, el mundo explota y se derrite, todos los días somos testigos de ello. Toda esa energía para confrontar, aplicada a la pelea entre ideologías, podría ser dirigida al estudio, conocimiento, investigación, creación de conciencia, socialización de pensamientos e ideas ligadas con las cuestiones prácticas de la vida actual, que nos ayuden a comenzar un profundo cambio cultural y a desarrollar generaciones nuevas que tengan mayor capacidad para discernir acerca de las cuestiones políticas, sociales, culturales y de administración de la cosa pública.

Necesitamos crear “CIUDADANOS” a partir del conocimiento intelectual y empírico; que tengan la mirada hacia su desarrollo individual, pasando obligatoriamente por el desarrollo de su ser interior, buscando ser mejores personas y no mejores "luchadores"....  Mejores personas que elijan a otras mejores personas como dirigentes y que entre todos logremos una mejor sociedad argentina con mejor calidad democrática y de justicia.

Los “luchadores”, “combatientes”, “militantes” hacen política… Se quedan en los discursos y en los enfrentamientos por televisión y redes sociales y, peor, se quedan con la violencia que ellos mismos generan...  Como malos actores, se quedan con la “cara pintada” después de haber usado su boca para “vomitar” sus convicciones, que son en definitiva un conjunto de expresiones y símbolos de lucha y, muchas veces, hasta de odio.
Convicciones que se escurren entre los dedos como el agua del mar cuando ese “luchador político” recibe su contrato del Estado. Es, ahí, donde se centra su real preocupación: el financiamiento de su “desigual” estilo de vida, todo lo demás es "biógrafo" diría mi abuelo.

Los luchadores políticos profesionales luchan por plata, también ellos tienen que llevar el pan a su casa  (aunque algunas veces, algunos llegan a sus mansiones y lo hacen con algún descapotable importado cero kilómetro con algún ladrillito de cocaína incluído).  La política es un gran negocio donde se mueve mucha plata, también, en negro. Por ese motivo existen políticos profesionales que, como profesionales que afrontan un negocio, su idea principal es maximizar sus ganancias y permanecer vigente el mayor tiempo posible.  El insumo a procesar o el bien de cambio de su negocio es la vida de las personas: “nosotros”, sí, esos que financiamos nuestra vida de otra forma, sin contratos con el Estado ni cargo político alguno. Sólo trabajando de verdad…

Tal vez, toda esa discursiva épica contra el imperialismo, el mercado, el poderoso, etc., le sirve a organizaciones de diferentes tipos para crear un grupo de choque, un grupo extorsionador o un grupo de estudio y análisis. Ellos pueden utilizar la desigualdad, el trabajo o la falta de él, y los derechos en general como argumentos para conseguir dinero, recursos, visibilidad social, negocios y negociados con el Estado y de esa forma acompañar a los políticos a “jugar al ajedrez”… En fin, trabajo estable y seguro, por años, para un pequeño grupo de personas que no saben o que no quieren trabajar de verdad, que prefieren jugar con los legisladores y funcionarios políticos y judiciales el milenario juego asiático usando el tablero de las instituciones del Estado, en definitiva puede convertirse en un muy buen negocio jugar con las fichas negras también, siempre se puede ganar...

Seguramente, en estos tiempos, actuar para ayudar a las personas a desarrollarse como verdaderos ciudadanos es una tarea titánica frente a la presión sistemática y permanente por parte de los poderosos y del “dios consumo”. Pero, es mejor y mucho más leal y honrado que azuzar a las personas para que sigan enfrentando a un poder global que nos ha doblegado desde que pretendimos nacer como Nación independiente.

Por lo tanto, seguro que en nuestro país, el enfrentamiento lo único que logra es potenciar el clientelismo político y la desigualdad, limitar las libertades y el disfrute de los derechos, manipular a la justicia y crear un estado injusto, de caos permanente, para que los privilegios de una "casta local" no paren de crecer, a veces como oficialismo, otras veces como oposición … Mientras tanto sus socios y/o patrones extranjeros se apropian a bajo costo de nuestros recursos naturales, trabajo, libertad, posibilidades de desarrollo humano y de nuestros sueños de lograr construir un país donde la Libertad y la Igualdad tiendan al equilibrio y no a la separación.

Un criterio a adoptar para encontrar el camino hacia el desarrollo de nuestra sociedad argentina es identificar, conocer y aceptar los hechos y desde ahí, con las herramientas actuales disponibles, soñar, crear y trabajar para construir una nueva realidad.... El libro “Las Venas Abiertas de América Latina” del uruguayo Eduardo Galeano, escrito hace medio siglo atrás, muy lejos de ser un "manuscrito izquierdozo" es una exelente herramienta para comenzar y lograr comprender cómo las corporaciones imperiales, incluida la iglesia católica, necesitan seres distraídos o ignorantes, necesitados, débiles de carácter o doblegados, pero todos, todos, bien obedientes al poder: “consumidores de espejitos de colores, de santos y de teléfonos celulares” dominados por el marketing, las nuevas tecnologías, la hipocresía y el absurdo colectivo. Sabemos en carne propia que cuando el poder no logra esto, en la escala que ellos necesitan, se echa mano a la muchachada “anti-sistema” para plagar de protestas y caos las ciudades o, directamente, a pandillas delictivas, para sembrar violencia, miedo y, de esa forma crear el clima propicio para neutralizar, por la fuerza si es necesario, cualquier intento del pueblo productivo y trabajador por cambiar su destino.  Por lo tanto, trascender a la ignorancia y vencer la anomia social es el camino primero a tomar... 

Esta democracia imperfecta hasta el tuétano que se transformó en una forma de esclavitud moderna instalada por el sistema de dominación imperante es posible de corregir, es posible de cambiar para nuestro bien, no el de los políticos profesionales, pero sólo si la mayoría de nosotros se propone revisar sus sistema de creencias y se anima a salir de su "propio estado de confort" que ya, en este año 2020 se está convirtiendo en una cárcel, coronavirus mediante...


No hacemos esto por nuestros hijos, tampoco por el futuro de ellos, lo hacemos por nosotros, porque si somos eficientes aquí y ahora, seremos creíbles, construiremos confianza y podremos comenzar a desarrollarnos de verdad. Así, nosotros vamos a disfrutar con nuestros hijos de una vida mejor en Argentina aquí, ahora y en el futuro, también.

Llego el momento de sepultar las palabras bonitas, los discursos encendidos, la épica ideológica y dejar de ser argentinos bananeros, porque las bananas que producimos son de muy mala calidad y no le interesan a nadie. Transformémonos en verdaderos CIUDADANOS YA que, seguro, nuestro futuro será mucho mejor.  

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