jueves, 10 de noviembre de 2011

INFORME PERIODISTICO: LEY DE PROTECCIÓN Y PROMOCIÓN DEL BANDONEÓN

Manos a la obra
El bandoneón: Patrimonio en peligro de extinción



Antes de fin de año la Academia Nacional del Tango culminará su asesoramiento para que el Poder Ejecutivo reglamente la Ley que protege al emblemático instrumento nacional. El objetivo es evitar la fuga de “fueyes” al exterior y la capacitación de jóvenes luthiers.

Cada vez hay menos bandoneones en Argentina debido a la venta indiscriminada al exterior y a la falta de fábricas que respondan a la gran demanda que existe y que aumentó con el resurgimiento del tango en el mundo. La ley 26.531, encargada de su protección y promoción, espera su reglamentación desde 2009, año en que fue promulgada. La Academia Nacional del Tango, órgano que está asesorando al Poder Ejecutivo para tal fin, terminará su tarea en diciembre de este año. La creación de un registro único y la capacitación técnica formal son las dos herramientas que se pondrán en juego para impedir la extinción del emblemático instrumento.
Juan Carlos Caviello es director general del Conservatorio Musical Buenos Aires y nació en 1923. Toca el bandoneón desde los ocho años y asegura que muchos “fueyes”, como los denominan los tangueros, se vendieron a Japón y a Europa y que otros se fueron estropeando. A su vez, comenta que fueron los músicos los responsables de una parte del faltante en Argentina, ya que muchos aprovecharon los viajes al viejo continente para vender sus propios ejemplares a un mejor precio. De esta forma, el mercado negro en Europa se convirtió en una actividad regular de varios artistas argentinos.
Por su parte, el bandoneonísta Pascual Mamone tiene 90 años y 75 de trayectoria. “Cholo”, como lo conoce el mundo del tango, no cree que el instrumento esté en vías de extinción, pero reclama controles para que no ocurra. Al mismo tiempo, apoya la creación de un registro de propiedad, donde quedé asentado los propietarios del patrimonio y se limite, así, el comercio de quienes los compran para venderlos al exterior.
En ese mismo sentido, el luthier argentino y presidente de la asociación civil La Casa del Bandoneón, Oscar Fischer, revela: “Hubo complicidad de músicos, de luthiers y de intermediarios muy importantes. Había orquestas que se iban al exterior, donde el productor, el bailarín, el bandoneonísta, y el pianista, llevaban un bandoneón cada uno y los exponían en fila en el hall de un hotel para rematarlos”.
P.- ¿Había escuelas en Argentina para aprender a reparar o fabricar fueyes?
O.F.-
Nunca hubo escuela de luthería de bandoneón, ni en Argentina ni en ninguna otra parte del mundo. Este fue un oficio que se trajo con la inmigración, en el mejor de los casos, de Italia y Alemania. En general era tipos que afinaban acordeones, que vinieron acá y tuvieron que adaptarse a un instrumento nuevo, el bandoneón.
P.- ¿Cómo hacían los músicos?
O.F.-
Algunos músicos se transformaron en especie de luthiers de sus bandoneones, en algunos pocos casos, los menos. Estamos hablando de la década del 40 y del 50 donde los bandoneones no tenían más de 30 años y había unos 60 tipos que los arreglaban. En esa época era otra la movida. Después empezaron a ser cada vez menos, hasta ahora donde, por ejemplo, (Pascual) Cholo Mamone se arregla solo, para mantener su instrumento.
P.- ¿Cuánto luthiers de bandoneones hay en nuestro país en estos momentos?
O.F.-
Hoy seremos tres o cuatro los elegidos por los profesionales como los mejorcitos.
P.- ¿Esta situación contribuyó a la mitificación del instrumento?
O.F.-
Esto también tiene que ver con la cosa mítica de decir que los bandoneones son algo tan especial que cada uno suena diferente. No hay explicación, ni nunca se explicó por qué un bandoneón suena diferente a otro. Pero ese mito se construyó acá y fue porque los reparadores que trabajaban en Argentina no poseían conocimientos de física como para explicar por qué un fueye sonaba distinto a otro. En respuesta, el mito justificaba todo: “y se llevaron el secreto a la tumba”. En realidad, todo se podía analizar pero decidieron que era mejor mantenerlo ahí.
P. ¿Cómo repercutió este misticismo en la gente?
O.F.-
Esta leyenda, más que un acercamiento, provocó un alejamiento,. Te ponías frente a un bandoneonísta de los históricos y te decían: “Ésto es para pocos”, ”Para hacer esto se nace”, o ”Es un instrumento muy difícil”. Estas expresiones alejaron al joven pretendiente que quería estudiar, y de alguna manera transformó al bandoneón, no solamente en un instrumento misterioso, sino en un artefacto de “elite”. Así llegamos a esta situación crítica, en la que estamos obligados a recuperar el carácter popular del instrumento para evitar su extinción.
P.-Creció la demanda del fueye entre los chicos y jóvenes, pero… ¿Se puede dar respuesta a eso?
O.F.-
La demanda es muy grande y cada día aumenta, es necesario que haya más profesionales y más capacitación. Hay trabajo para mucha gente. En los últimos cuatro años tuvimos una demanda de un bandoneón cada dos días y no pudimos cumplir, ni siquiera, con una entrega por mes. En la mayoría de los casos son pedidos para chicos entre los 8 y 16 años!
P. - Hay un trabajo muy duro por delante.
O.F.-
Cierto. Primero hay que recuperar el nombre, que muchos chicos no lo conocen y le dicen acordeón. Es importante, también, la incorporación de instrumentos en las escuelas para que cuando el pibe entre lo vea, y si no… ¡Pónganle una foto de Troilo!

Por su parte, la Secretaría de Cultura de la Nación, organismo encargado de la reglamentación de la Ley, en agosto pasado giró el expediente a la Academia Nacional del Tango para que la asesore.
Francisco Torné, académico que coordina esa tarea, se refirió a la creación de un registro único de bandoneones que establece la nueva Ley de protección del bandoneón: “La Ley establece que va a haber un padrón de registro de los bandoneones y de sus titulares. Los bandoneones tienen una numeración, una matrícula, sobre todo los originales. La idea es que a través de ese identificador se registre quién es el titular y, así, elaborar una especie de árbol genealógico con la historia de cada fueye.
P.- ¿Para vender un bandoneón va a ser necesario pedir autorización al Estado?
F.T.-
El concepto es que el instrumento no pueda ser transferido sin una aprobación del organismo que esté a cargo del registro. La sugerencia que va a hacer la Academia es que se lleve un título donde se vayan asentando las transferencias, tal cual como el título de un coche. Porque eso, a su vez, es su historia y parte del acerbo de nuestra cultura. Un fueye tiene todo un valor en sí mismo, a partir de las manos por las que ha pasado.
P.-¿Cree que habrá resistencia de los músicos a pedir permiso para disponer de su instrumento?
F.T.-
En realidad la resistencia no viene por los músicos, viene por aquel que hoy está lucrando con eso. Hay quienes compran un bandoneón por mil euros y lo vende en Europa, al doble o más, sin ningún tipo de control. Eso se tiene que terminar. Los músicos de primera línea, hablamos de Leopoldo Federico, Raúl Garello, Néstor Marconi, Julio Pane, entre muchos otros, quieren que el fueye tenga una identidad como corresponde.
P. ¿Qué espera de la Ley la Academia Nacional del Tango?
F.T.-
La Ley debería articular entre las distintas organizaciones del tango incluyendo, también, a las universidades para que todos los esfuerzos no se dispersen. Creo que con una capacidad técnica que puede dar una universidad, más la Academia Nacional del Tango, que tiene ya un prestigio, más la Secretaría de Cultura de la Nación se podría, además de proteger a los viejos bandoneones, consolidar la escuela de luthiers y la fabricación en Argentina de estos instrumentos. Con esto se facilita el aprendizaje a las nuevas generaciones y así, eliminaríamos la posibilidad de que nuestro fueye se extinga. Esto creo que es lo que por ahí debería tener como conclusión esta norma.
P.-¿Cuándo estará listo el informe que usted coordina?
F.T.-
En realidad no hay tiempos precisos, esta es una asociación que nuclea a mucha gente. La Academia Nacional del Tango está tratando de consensuar distintos puntos de vista antes de entregar su informe a la Secretaría de Cultura. Pretendemos que el trabajo de asesoría esté terminado antes del 10 de diciembre próximo, así las nuevas autoridades tendrán todos los elementos necesarios para reglamentar la Ley.



Gustavo Eduardo Olivera/ Tomás Damico/ Lucas Sir Ávalos y Ramiro Olivera – 10 noviembre de 2011- ETER

1 comentario:

  1. Estimado Gustavo,

    Me gustaría utilizar una de las fotos que ilustran este artículo (la segunda, concretamente) en mi página web. ¿Conoce los datos del/la fotógrafa para pedir permiso de uso?
    Gracias.

    Gloria

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