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"...y
herida por un sable sin remache, ves llorar la Biblia junto a un
calefón..."
Una
explicación de la metáfora del tango "Cambalache", que en 1934
compuso Enrique Santos Discépolo, para la película “El Alma del Bandoneón”, de
Mario Soffici que se estrenó en 1935.
"Sable
sin remache": gancho donde se colgaba el papel higiénico al lado del inodoro.
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“La
Biblia junto al Calefón": he aquí la historia de la vida cotidiana, que acontecía
en la ciudad de Buenos Aires de principios del siglo XIX. La historia tiene
relación con los servicios higiénicos, los baños, la higiene personal y la forma de realizarla,
que era totalmente distinta a lo que se acostumbra en la actualidad, al menos
en el mundo occidental y cristiano. Es necesario, pues, tener en cuenta algunos
datos:
Hasta
finales del XIX se utilizaban bacinillas, también llamadas "tazas de
noche", cuyos contenidos, a veces, eran arrojados por las ventanas al
grito de "agua va". También, existían letrinas que solían estar en
los fondos de las casas.
En
Buenos Aires, coexistieron bacinillas y letrinas hasta principios del siglo XX,
época en que las familias "acomodadas" comenzaron a instalar baños.
Luego,
el uso de estos mini ambientes exclusivos para la higiene, se generalizó y se
empezó a construir en todas la viviendas, aún en las más modestas. Los baños constaban,
al menos , con un retrete y lavabo y si los “lujuriosos” propietarios de la casa
gustaban de practicar la morisca costumbre de lavarse todo el cuerpo más o menos
seguido, y si además tenían medios económicos suficientes como para costearse
ese “capricho”, los baños también tenían una ducha.
Claro,
si había una ducha era necesario calentar el agua. Así, al lado de la ducha se
instalaba un "Calefón". Sin embargo, el papel higiénico tardo en
obtener su “carta de ciudadanía” para poder trabajar en limpio en estas “sucias”
tierras y aún, cuando apareció, era bastante caro y no estaba al alcance de todas
las familias, las cuales se veían obligadas a utilizar para esos fines
sanitarios el vulgar papel de diario o, en su defecto cualquier otro que
tuviera a su alcance.
Por
supuesto, eran muy estimados los papeles más sedosos, así que los sufridos
usuarios trataban de conseguir en las verdulerías y fruterías los papeles con
los que venían envueltas las manzanas y otros productos del campo, pero algunos
de estos soltaban tinta! Uno de los
papeles más apreciados era el llamado "papel
Biblia", por ser especialmente delgado y muy suave.
Ahora
bien, ya por entonces existía la Sociedad Bíblica , una de cuyas misiones era
la de difundir la Biblia Protestante , para lo cual regalaba ejemplares del
sagrado libro.Para
ese entonces, muchos de los habitantes de Buenos Aires deben de haber parecido
devotos creyentes, ya que aceptaban de manera continua esas "gentilezas" de los pastores
protestantes, y a pesar de que la mayoría de los porteños pertenecían a la grey
católica, lo mismo pasaban y retiraban la Biblia protestante tantas veces como
se enteraban que la Sociedad Bíblica las regalaba por las calles, plazas o en
su sede central.
Sin
embargo, ha trascendido a través del tiempo que la mayoría de los porteños recibían
esas Biblias para perforarle una tapa y colgarlas en un gancho de alambre,
el famoso "sable sin remache", al lado del calefón, cerca del retrete, e iban
arrancando las suaves hojas para usarlas como papel higiénico.
En
este hecho se habría inspirado Enrique Santos Discepolo para decir con
elegancia propia de un grande:
"Igual
que en la vidriera irrespetuosa de los Cambalaches se ha mezclao la vida, Y
HERIDA POR UN
SABLE
SIN REMACHE, VES LLORAR LA BIBLIA JUNTO A UN CALEFÓN."
Reescritura
de Gustavo Eduardo Olivera de un texto recibido de su amigo Leonardo Ferreira y
publicado por el blog Contracambio el 14 de noviembre de 2011.
Sencillamente sublime. Es poesía dulce, mezclada con picardía criolla. Me pregunto cuanta gente paqueta de la época se habrá enterado del verdadero significado.
ResponderEliminarCreo que ni de aquella época, ni de ésta... Discépolo estaba muy desilucionado de la sociedad en que le tocó vivir. A tal punto, que los historiadores cuentan que sus amigos decían que se "dejó morir"...
Eliminarel "sable sin remache, debe haber sido un gancho hecho de alambre doblado que parece la letra "ESE" mayùscula. Creo que tambien se le llamo gancho de carnicero porque se usaba y se sigue usando para colgar la carne
ResponderEliminarExtacto ! Es eso. Gracias Osvaldo por su comentario.
EliminarAunque hiperealista la explicacion ( y bastante plausible), me sigue pareciendo un hermoso, insuperable y fantastico...tangazo surrealista. Unico!!
ResponderEliminarCoincido con usted. Gracias por su comentario.
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